jueves, 19 de agosto de 2010

Eutonía

Marci se mira al espejo una sola vez al día. Su excelente memoria sobre ella misma la gratifica con dignos momentos de eutonía y placer. Algo se conserva, retiene desde que se es niña, la nínfula de Humbert, la madre que la peina y la baña: la niña sentada y tibia soplándose las rodillas.
Desde su nave-bañadera Marci visitaba la tierra. Oh la madre y el padre duermen desnudos, transpirados. La abuela como una momia en el pasillo de la casa, a la noche, sin dientes. El sonido de a la noche en verano y el olor de las velas. Eso puedo contar. Marci y El Coro de los Niños del Complejo: Encuentro Coral en Rosario. El colectivo sale a las diecinueve y treinta horas. Marci recuerda el neceser y el nuevo cepillo de pelo (para viaje), la bolsita para llevar la plata y la jabonera (le fascina el jabón sin envoltorio y suelto en el envase rosa, piensa en algo seco y pegajoso a la vez, el jabón en la interperie y protegido). El coro se encuentra a las seis una tarde de mucho calor. A todos los niños los vistieron con joggins y ropa de algodón de viaje (zapatillas y pelo impecables). Marci llega con su prima Fercherét, su prima soprano con plata de buen corazón. Llega el rubio primo Niki, la rubia prima Mariana (Marci adora a Mariana, su prima rubia gorda chistín), llega la directora Frau Stambolen: bellísima (soprano, seguro). El coro sale del complejo y espera en la vereda del frente la llegada del vehículo en la entrada del edificio de los militares (uno de los niños soprano tiene su casa ahí, con espadas y heraldos en las paredes). Muchos padres e hijos, y los hijos sin padres ni madres (por ejemplo Marci, Fercherét, niño Ayala) juegan a patinar el piso cantando "Las vías del tren" en portugués. Chaparrón.
Pizzería Legui, veintidós horas. Los amables pizzeros permiten que los niños se sequen las ropas en los hornos del local. La lluvia cerró los caminos. No hay Rosario, no hay nada. Marci y Fercherét son las últimas en irse. La señorita directora las acerca en un taxi (las madres no alcanzaron a llegar, después será el relato de madre uno cayendo en pozo que no vio por la inundación y madre dos ayudando más abuela con presión alta o baja).
Llegan abatidas, tristes. Madre y padre se gritan. Padre golpea al bebé y abuela golpea la olla en la que cocina. Ruido y silencio, en el intervalo Marci en su nave-bañadera lee cuentos de animales. Nuevo golpe, bebé y madre lloran. Fercherét salta y baila rondando a la abuela. Nuevo golpe, se cortó la luz. Madre trae unas velas. En la iluminación de su caminar de las velas madre canta "Vamos pastorcitos" y llega a la mesa. Los niños estacionan sus naves y se le acercan. La miran como peces mojados hambrientos. Cantan todos, menos padre. Y al rato padre canta también. Bajo la vela y felices, Marci en su nave-bañadera siente suspensión y silencio: música. Le brillan los ojos (ahora me brillan a mi, que me emociono y escribo). Luego viene lo otro. Aprenderse de memoria a uno mismo: exactitud, defensa.

sábado, 3 de julio de 2010

Grandes aventuras de Marci Ano parte once

La última huella de mi existencia: estos ojos que te miran. Los ojos que dicen: No soy una ardilla, soy un marciano. Marciano, Marciano, Marciano. Se terminaron las provisiones en la nave. Mario Bros dice: Que vaya Marci, que es la más ducha. Y a dónde tengo que ir? Pregunta Marci. A Tucumán, contestan.
Marci es una pelota de fuego que decide salir quemando las extremidades de la nave. Al ritmo de su propio sueño que ELLA MISMA ENTONA se despide de los amigos y sale: profunda estela amarilla que se va. En el camino la interrumpe el sonido de la respiración humana. Oh, la humanidad, enfrentarse o huir, piensa Marci, y huye. A mitad del camino hay un diler en su moto. Lo que más me gusta es conversar. Hola, Diler. Qué onda. Sí, sí, treinta puede ser? Cincuenta no tengo ni ahí.
Le da una aparente muestra gratis de aspirina. Antes de llegar al super Marci hace un tiro. La marea sube, baja, se forma en una punta como una pirámide de agua y baja otra vez. Los árboles todos de tronco angosto se balancean en un baile idiota. Ahora debería pensar en lo que dejé atrás, pero pienso en mi nariz y su congestión. También compra en un kiosco, una lata de cerveza y un Marlboro 10. Mientras elige naranjas hortalizas vuelve a escuchar el sonido de la respiración humana. Se da vuelta, no hay nadie. El verdulero a lo lejos, con su delantal blanco y su morochisidad, le tira un beso. Marci lo mira fijamente, se masajea la nuca y saca la lengua. El verdulero se escapa. Marci saca el frasquito y esnifa. Se dirige a la salida con su bola de fuego ardiente. No es un monstruo ni una ardilla. Es ella, la más mezquina Marci Ano.
Al volver a la nave prepara una excelente porción de lava de zanahoria untada con crema de pistacho y leche de cabra. "Excelente porción, Marci", dice Marciano Primo. "Sí, sí, que se repita", dice Mario Tres y Mario Bros aplaude. "Espero que no te pongas de mal humor", dice el invitado.
Esta no es una fábula cristiana en la que Marci se recuesta cansada en un colchón a soñar con lo que sería su vida si no fuera tan generosa. Aunque sí se le cruza la idea por la cabeza, es recién la primer idea. La segunda es: Disfruten muchachos, coman lo que quieran, pero el frasquito es mío.

lunes, 21 de junio de 2010

2- EN EL QUE UNO DE LOS GATOS PIENSA

Ninguno de los días de ese verano fue especial. El sol se había extendido en el tiempo, y todo tenía siempre la misma cantidad de luz, la misma temperatura y pureza del aire. Lo que más cambiaba los días, si había algo con lo que diferenciarlos, era lo último que dije. La pureza del aire. A veces un aumento de vapor, mínimo y hostil, me obligaba a elegir un nuevo lugar en la terraza. Pero si no, nada. Tiempo, sostenido por el sol y por la sangre. Me encontré un día absorto en mis pensamientos, nunca supe hace cuánto estaba así.
Mis bigotes son largos y finos, el sol les da un brillo blanco y filoso. Medio espiando la luz irradia en mi costado, me encandila. Yo sé que es mi propio bigote, pero me pongo incómodo. Como si tuviera el espíritu (mi espíritu)al lado y encima que NO SALE DE MI BOCA.
Acá todos los días morían gatos. Es imposible que diga esto, no tengo conciencia de la muerte. Pero recuerdo que las sombras que modificaban el paisaje, eran sombras de gatos, y que caían tan rápido que el aire modificaba apenas el espesor de su violencia, y cuando estaban esparcidos en el piso (fue tan rápido la caída que decir medio segundo no es preciso) la sangre roja y caliente llenaba las cosas, todo eterno, radiante, igual a sí mismo.

INOCENTE

1-EN EL QUE LOS GATOS NO PIENSAN

El gato reposa en el sol. Sedado. Mira con atención al helecho que cuelga al frente. Es posible que lo que lo tiene atento (atento y sedado, es una sola palabra aunque no la encuentro) es el leve movimiento (titilar) de las hojas, el leve temblor.
No sabemos qué piensa pero creo que disfruta de mirarlo. A veces la vibración se intensifica, algún bicho. Y plácidamente, su ferocidad lo mantiene quieto.
A veces se escucha que otros gatos pelean en las chapas. Estrépito. El gato apenas hace un gesto con el cuerpo.
Uno de los gatos del techo cae al patio. En su caída golpea la maceta y el gato (el que mira al helecho) se ve interrumpido, aunque no se mueve. El gato que se cayó está herido en la cabeza y el abdomen. Destripado. No sé si está muerto.
El gato (vivo) se acerca y lo huele. Sus movimientos son delicados, tan lentos y precisos que, si el gato pensara, se vería a el mismo como un salvaje. Con una garra abre la herida del gato (muerto y sagrado) y mete su cabeza, manchándose el hocico, y saca una tira rosa que podría ser el intestino. Llevándolo en la boca se sienta en el mismo lugar (frente al helecho) y come. Si el gato pensara, estaría contento de la circunstancia. Estaría maravillado. El sol descansa en el de una manera maravillosa. La siesta es ideal, porque no hay tiempo. Y tiene comida. Y el helecho que tiembla.
Otro gato salta del techo. Un solo rasguño en el ojo. Busca su ración. No en el gato muerto, sino en el vivo, en su deleite. Tironea con los dientes, lo intenta. Pero aquí el gato del helecho se eriza por completo y lo muerde.
Los gatos están trenzados, se rasguñan la cara y se separan y se rasguñan de nuevo. En poco más que un minuto el primer gato muere. La tripa rosa quedó olvidada, lejos. El gato ganador se acerca al gato muerto y se lleva algo gomoso oscuro que podría ser la vesícula.
En su lento caminar de gato escoge el lugar. Si el gato pensara diríamos que lo escoge. Pero como no piensa más que escoger, repite. Se sienta al frente del helecho, sin mirarlo y come.

domingo, 20 de junio de 2010

El marciano y el caballo

punto numero uno: en esta tierra planeta tierra hay caballos humanos. Nunca algo más hermoso, en esta tierra. Marciano encontró un caballo humano, en medio de su infancia. Recordó:
La terminal vieja, adoquines, la mano del padre,
Una niña quizas de cuatro años caminaba con su padre por la
terminal vieja. El le enseñaba inglés. One Two One two, y los dos iban de la mano. La niña nunca más pudo amar. La mano que dio su padre. Pero no quiero hablar de felicidad porque

Marciano, ahí, entretenido
marioneta, plastilina,
El mejor momento de marciano es cuando juega
el tiempo que dedica
me impresiona

y después de todo esto a ver. Volvemos al relato? Marciano se despierta, intenta recordar lo último soñado: lo acribillan en el patio y su sangre es gelatina. Café. Marciano sale a caminar por Tucumán. La calle muestra ardillas y formas de una fábula. Cómo escribo esto. Pará. Lo pasean. Un demonio con voz lo pasea por rayos de rayos equis. Marciano va en un dirigible y SUFRE. Piensa que existen los seres perversos, y que este paseo no es piola. Sabe. Marciano re sabe. Pero tampoco tiene tanta voluntad.
Juntar voluntad, mucha voluntad para decir que no. Y acá viene la historia del caballo. Marciano se enamora. Caballito. Pero ahí fue que el amor perdió sentido, dice marciano. marciano pregunta: Es posible que todo lo que le de sea un acto tan terriblemente intimo, tan lejos, que de verdad nunca tuve el valor de regalarlo?

caballo. lo ve galopar con sus ponis., pequeño poni. no sé. se perdió cualquier rumbo. Pero el camino. Caballito. Marciano. Marciano y su caballo. Por la playa, en el desierto. La última huella de mi existencia son los ojos. Que te miran.

lunes, 31 de mayo de 2010

no tengo trabajo pero quiero vacaciones

-Es anestesia, sino no soporto a nadie.
-No es tan difícil soportar. Vos no te soportás a vos.
-Bueno, puede ser, es como vivir en una casa que uno no quiere vivir. Estar dentro de uno, la verdad, sí, de una, yo tampoco me soporto.
-Eso le pasa a todo el mundo, y no todo el mundo se droga.
-Obviamente lo sé.


Marciano dejó ingresar una sustancia fosforecente en su médula. Sabía que la inyección le duraría unas horas. O su cuerpo se achicó o se transformó el tamaño de los muebles. En el piso habían juguetes. Una pelota de tenis vieja y allá un autito a fricción con luz de policía o ambulancia. Marciano tenía los cordones desatados en el recital. Las rodillas raspadas, extraviadas las llaves. Caminaba entre la gente como un fantasma, a la altura de sus ojos sólo veía las zapatillas de los otros. En su propia cara se presentó un gran zapato que casi lo pisa.


-No me parece tan divertido. De lo único que contás algo es de droga, parece que no sabés decir otra cosa. Siempre sos vos drogado y la gente que no se vincula con vos. Sos un chiste.
-No se me ocurre otra cosa. Iba a escribir sobre una idea del amor pero no puedo. Ni yo la entiendo.
-Andá a leer, aprendé, esto no es importante para nadie.


Marciano se limpió la cara embarrada y sintió que la sustancia se estaba yendo. Y no podía permitirlo. Habia estallado de felicidad y ahora descendía. Miró al cielo de la noche que nada más había dos estrellas. Quería estar ahí, extrañó el planeta. Cuando el mundo de las palabras entra en el mundo de Marciano, le sudan las manos y tiembla.

-Quería escribir sobre las ballenas y una poesía que habla del corazón-ballena.
-Escribí cuando realmente tengas algo para decir. A vos nada te hace feliz. Ah, no, cierto, te hace feliz drogarte.
-Y el amor.
-Que lo encontrás cuando estás drogado.
-No me gusta vivir. No soporto la vida.
-Matate.
-No puedo.
-Qué desastre. Hacé yoga, algo.
-Obviamente.

Marciano toma un tiro que alguien le convida en el baño. Lo hace un poco sin quererlo también. Marciano se cae, se golpea la cabeza con el inodoro. Se lastima una ceja. Sale del baño tratando de disimular, lo miran, lo suben a un auto. Marciano se despierta al otro día, la misma historia. Recibe un abrazo, no del todo. Marciano está solo y harto de ser como es.

-Bueno, me voy al gimnasio.
-Me parece bien. Algo con tu cuerpo. Cultivar el cuerpo y el espíritu.
-Y estoy llegando tarde por escribir esto.
-Muy pelotudo la verdad.

domingo, 16 de mayo de 2010

Y el rayo de realidad?



Marci Ano bajó a la tierra para escuchar un poco de rock y pasó por J.J a comprar whisky. Se había pintado los labios y sentía que mordía una frutilla de plástico cada vez que hablaba. Antes de salir, le tocó el turno de limpieza de nave y planeamiento de la nueva distribución de los aparatos del ala de esparcimiento. Tener un colectivo para viajes galácticos requería mucho esfuerzo y alto grado de espiritualidad y budismo. Pero como Marci Ano toma merca y vive complicada haciendo llamados a todos los punteros, hizo todo a las apuradas y con una cinta scoch poco potente pegó medio chuecas las figuritas de delfines 3d y dejó varias cosas tiradas. Cuando llegó al bar la cabeza se le partía en dos y se dedicó a la bebida. De repente (esto de verdad es de repente) el lugar se puso eléctrico. Destellos de luz blanca y desordenada música que la empezó a marear. Un sujeto cara de caballo se le acercó cantando dulcemente. Pero esa dulzura tenía el sabor de los picantes japoneses metálicos o de las chispas que salen de los puloveres de lana. Marci Ano se hizo a un lado, su cabeza decía: Dónde está Jabón Real, su corazón decía: Dónde está el amor que no me dieron nunca, su boca decía: Dónde está la merca, así me resfrío.
Una parte del relato se puso imposible describir. Marci Ano tiró una bomba espacial que dividió el espacio y no había ni noche ni día. Marci Ano se fue al bosque re dura y le pidió al cielo un par de regalos. Un perfume nuevo, una crema antiresaca, meses de felicidad, desaparición sistemática de terrícolas (de todos los absurdos) y un vibrador chiquito, de esos con forma de conejito o, por qué no! de marciano.
Se despertó en el lugar más cálido de la nave, estaba en cuatro patas, desnuda, con el sexo hinchado y empapado. Arriba de su cola tenía dos tajos, en la ingle otros dos. Rojos, clavados en su piel blanca y joven. En el cuello y en las muñecas tenía sangre. Se acordó que, en algún momento de la noche (si había sido una sola noche o dos o veinticuatro no importaba), pensó en pelarse. Pelarse, y después matarse. Pero su pelo caía en la espalda con la serenidad de siempre. Pensó: Narciso, el del estanque, estancamiento y desastre.
Le pintó nadar y se vistió con su traje de neoprene. Quizás Tailandia, mejor nos vamos de esta puta nave del orto. Cuando llegó a la salida se sorprendió al ver un rosal que había crecido de la nada y le tapaba la puerta. En la galería, Mario Tres y Mario Bros jugaban al truco. Le dijeron, a carcajadas: Boluda, qué borracha llegaste ayer, te decíamos que tengas cuidado, que no saltes por ahí, pero vos no escuchabas a nadie y te clavaste todas las espinas.

viernes, 7 de mayo de 2010

Droga cara

Generalmente los marcianos cuando tienen frío se envuelven en lanas muy suaves que no son de ovejas blancas sino de pequeños animales peludos que crecen en macetas y sueltan su pelambre como deshojándose de espuma de terciopelo.

Ayer, hoy, el otro día, la Chica Grande encontró en una de las macetas de los animales que dan calor un frasco que contenía sólo una pequeña gota de droga. La bebió, sin pensar que era la última. El fulminante efecto la hizo devorarse un pie con el zapato puesto.

Cuando uno sabe que después no va a haber nada porque ésta gotita fue esperada por mucho tiempo, y cuando uno es una irracional cantidad de vitalidad suicida, ni siquiera reflexiona en la resaca que vendrá. Pero la Chica Grande miró el frasco con su gota, el brillo de la sustancia le calaba el pecho como un taladro, la luz de droga que insistía en manosearla. Entonces la bebió. Se le achicó la ropa, fue un gigante. Su cabeza golpeó el techo del subterráneo. Su pelo era el sol y ella era un animal grandioso. Una mujer gigante cabalgando por la ciudad. Esto duró unas horas. Al amanecer,las manos de la Chica Grande empezaron a sudar un líquido blanco vizcoso como si fuera semen. Adelgazó. Su piel se llenó de grasitud. Le dio frío. Ahora era una pequeña marcianita envuelta en una frazada gris. Su corazón se oprimió. Ella sabía igual que en la droga no se confía.

Por experiencia propia, beber la última gota no se lo recomienda a nadie.

jueves, 22 de abril de 2010

Marciano y su amiga terrícola Jabón Real



La Oficina de Búsqueda Extraterrestre siempre anda buscando rastros de mis queridos marcianos. Cuando Mario Tres y Mario Bros llegan a un lugar, se fijan antes de pasar desapercibidos porque saben que La Oficina tiene un importante equipo de detección. Los marcianos no son criminales. Son paranoicos, y sólo se relajan cuando están panza arriba en su planeta con esas picaditas de cerveza y galletitas (todo medio azul, medio luminoso) que disfrutan juntos mientras miran las estrellas. Tucumán los pone nerviosos. Marci Ano se dedica a conocer dilers villeros, ella dice que siente confianza y que le encantan los dilers. Que el intercambio es ideal, aunque la calidad de la droga no lo sea. Mario Tres y Mario Bros son más sociables, pero nunca dicen nada interesante y disfrutan las conversaciones en el taxi y con las personas mayores. También conversan con Piter que, sospechan, tampoco es argentino. A Marciano Primo le gusta visitar a su amiga, Jabón Real.
Jabón Real estornuda, pero en vez de decir "Achís" dice "Burbuja" y ésto hace reír a Marciano. Cuando tiene frío, Jabón Real dice "Mañana hará calor" y cuando tiene hambre, dice "¿Te hace frío?". Cuando Marciano está triste ella no dice nada, y se quedan dormidos como diciendo "Hasta mañana". Decir "Hasta mañana" los calma.
En la casa de Marciano hay muchos muebles. Tantos, que Marciano se choca siempre que llega. A veces, para no sentirse mal, piensa que chocándolos en realidad los saluda. Jabón Real no entiende este tema de los muebles. Yo tampoco.
Marciano me pide que no escriba. Que lo deje vivir. Me pregunta si por las dudas no me gusta más pasear. Que salga a pasear y que deje de contar lo que hace. Pero no sé, a veces pienso que Marciano dice algo. Indescifrable, claro.

miércoles, 14 de abril de 2010

Limpiarse para casarse


¿Dónde estuvo Marciano el fin de semana? En la casa de tu hermana. Y hoy tiene pus en la garganta y los cables conductores a la miseria. El lunes, muy cansado, se tomó el colectivo para volver al hogar. Dos chicos jóvenes conversaban de este tema.

-Y ¿qué hiciste el fin de semana? ¿se quedaron ahí el viernes?
-Nooooo. Yo al final me fui, no se podía más loco, yo ya no doblaba más. Aparte después un repóker de dó, y el chino que no se lo entendía ya del pedo que tenía.
-Claro. Pero le dieron no? Ja, ja. Son unos loco.
-Seeeee. Eh, el gordo terminó con una. No había ojo pa verla.


El jueves Marciano tomó un par de tragos. Un terrícola con cara de lagarto negro le convidó cristal. Cristal se le dice a la metanfetamina. Uno la toca y se lleva el dedo a la boca. Después siente que flota. Uno se siente feliz por un tiempo. Después no puede dormir.

-No me digá, ahí habían dos fieras que andaban meta pedí guerra a los chango.
-Terriiiiiiiiiible! yo no la toco ni con un palo, eh.
-Pero la del póker de la general pá está buena. La rubita.
-Ah sí! ayer hemo estao ahí.


El viernes fue en casa. Mucho mejor. Y el sábado empezó de nuevo. Fue a un lugar lleno de farsantes, como cualquier lugar, pero especialmente. Habló con todo el mundo, no le creyó a nadie. No pudo hacer la gran huída marciana y salir un rato al cielo. No pudo nada. Se intoxicó la nariz y el alma. Su amigo el Marciano Sadista puso Fandermole a las diez de la mañana. Eso ya era demasiado horror. Por suerte, Marciano tiene una amiga a la que puede abrazar toda la noche. Todo el día.

-Eh, boludo, sabé todo el ferné que no hemo metío? he tomao como infelí!
-Ja, ja.
-Vo deci la rubita que se pone aros grande? Vo no sabé la que va a las tres de la tarde. A jugá. E un caramelo.


El domingo se emborrachó. Veía con claridad el espectáculo montado. Y le dio vergüenza estar ahí, hasta en calidad de marciano. Estaba con su amiga, más real.
Al volver a casa Marciano no podía pensar, y se dejó llevar por la conversación de dos jóvenes que conversaban. Escuchaba cómo se divertían, y no sintió rechazo. Cerró los ojos y se imaginó sus videopóker y sus ferné. Por primera vez hace días estaba tranquilo.
Ahora llegó la fiebre, la tos, la limpieza. Marciano se acuesta en el sillón y mira al techo. Necesita tomar una decisión. De cualquier tipo. Alguna.

jueves, 1 de abril de 2010

marcianos dont speak english

Este resumen no está disponible. Haz clic en este enlace para ver la entrada.

lunes, 29 de marzo de 2010

http://www.youtube.com/watch?v=rs5eszMlgz4

"La marcianidad tiene su límite" dice Marciano de Bigotes. "Nunca conocí a nadie, salvo por pocos minutos" dice Marciano Primo. "No me interesa nada más que conseguir anestesia". Es muy raro el comentario de Marci Ano. "Claro, pero si te quedás en casa, el dolor se va solo", dice Mario Bros. Segundito llora, Mario tres pone bochatónt, y los marcianillos de las macetas patalean y salpican cristal celeste.
Nadie sabe si quiere estar en el lugar.
Los Marcianos Mayores deciden dormir.

sábado, 27 de marzo de 2010

Marcianos moqueros


Marciano Primo fue el elegido entre todos para cobrar un cheque en el banco. En su casa del espacio todos dormían. Se dirigió al centro de Tucumán. El calor le quemaba las antenas. Como un ser invisible, traspasó la peatonal y caminó pocas cuadras. Fue al mercado por una porción de pizza. En el banco había demasiada gente. Esperó. Cobró su cheque. Emprendiendo la vuelta vio una silueta de la galaxia musical, levitando sobre calle 25 de mayo. Marciano Primo sonrió, le gusta a él encontrarse con gente en la calle cuando hay mucha gente. Lo hace sentir cómodo, le da confianza. Aunque sea un saludo nomás. Llegó a su hogar y cocinó para todos. Los marcianillos crecían en las macetas de la ventana. Los regó. Marci, Mario y Moco Trenzado fueron los primeros en levantarse. Decidieron sacar los muebles del estar y dedicar unas horas del día a la meditación.
Les hizo bien, tan bien que para merendar compraron unos blisters de pastillas celestes y jugo de uva barato. Y decidieron dedicar unas horas de la noche a saludar a una amiga. El Marciano de Bigotes salió de una puertita de enano y les convidó polvito. Se había puesto resortes en las zapatillas, no dudó en tomar mucho impulso y directamente saltar a su planeta. Sabia decisión.
Se comieron un pollo y un teléfono. Perdieron la memoria, la dignidad, el rumbo.

viernes, 26 de marzo de 2010

Gente que se fue del mundo, pero vuelve


Mario Tres y Mario Bros están en la cocina jugando a "Baradero o Falso" cuando llega Marci y dice: "Falso", a lo que los dos marios contestan: "A vos nadie te invitó a jugar."
Marci es una encantadora muchacha tucumana que ha sido brutalmente expulsada de su provincia. Desde entonces vive en Marte en casas de amigos, y sólo los jueves vuelve a Tuculandia porque, aunque ha cambiado mucho, todavía le caben los jueves en Pollock. No es fácil describir en qué se basa su encanto. Por el lado físico, es: gordita fofa, siempre goteando por la nariz una línea blanca espesa que a veces es una costra de merca de varios días, su piel transpira jugo de empanada y tiene una pequeña barba que le nace en las patillas. Por el lado metafísico, cree que es Dios y por esta razón jamás escucha a los demás. Pero parece que de noche tiene levante porque es bien gauchita.
Un chico le pregunta: "¿Cómo te llamás?", y ella, haciendo un pasito electrónico muy ordinario le contesta: "Marci. Marci Ano. ¿Y vos?". El chico se vuelve loco y le muestra su mano que tiene seis dedos. Ella le muestra la suya que tiene dos (tipo playmobil) y le dice: "Me sé algunos estilos galácticos, pero el que mejor me sale es el pete terrícola". Y qué lástima, el encuentro íntimo había sido estupendo.
Cuando se hace de día a Marci le pega bajón. Decide volver a Marte sin despedirse del chico, que de dormido sigue acariciando la manito de playmobil de Marci Ano.
Decide volver a casa, y ahí están Mario Bros y Mario Tres jugando al "Baradero o Falso". Aunque la tachan para jugar ella se queda. Los marcianos son buena gente, mierda, y son sus amigos.

jueves, 25 de marzo de 2010

Al radiante, que nos vamos!


Como siempre, Marciano Primo tuvo que pedir disculpas en varias ventanitas de su msn. A un terrícola porque no había llegado a su cumpleaños (la vida familiar marciana es demasiado agotadora), a otro porque lo había mensajeado mientras estaba desconectado vociferando por la ventanita unas palabras dudosas que o eran de enojo o de calentura, también explicó de más a un marciano vecino, tanto que se le armó un masacote de reclamos y de indiferencias, tanto que Marciano Primo no lo soportó y empezó a contestar.
Esto fue a la mañana, cuando se tomaba un mate como el Capitán Beto. Marciano Segundo se le sumó tipo 12. Le preguntó: ¿Y tú por qué sudas?", a lo que Mario Tres le contestó: "Es la vida social, que lo está matando".
Ahi nomás se prendieron un cigarrillo de droga y se fueron a hacer una maqueta. Pusieron al Marciano Vecino en un banquillo y lo putearon hasta que se derritió la plastilina.
Después se fueron a la muestra de dibujos de la Chica de Papel. Flotaron un rato en la sala impecable y se escabullieron para no saludar a nadie. Pero como Marte es tan pequeño, terminaron charlando con medio planeta. Y nada, Marciano Primo se fue primero, Mario Tres inventó que se iba a tomar un helado y Segundito (asi lo llama su propia mascota) se hizo el boludo, se robó una manguera de luz roja y se la esnifó. Creo que también se fue, pero no estoy segura.