lunes, 21 de junio de 2010

INOCENTE

1-EN EL QUE LOS GATOS NO PIENSAN

El gato reposa en el sol. Sedado. Mira con atención al helecho que cuelga al frente. Es posible que lo que lo tiene atento (atento y sedado, es una sola palabra aunque no la encuentro) es el leve movimiento (titilar) de las hojas, el leve temblor.
No sabemos qué piensa pero creo que disfruta de mirarlo. A veces la vibración se intensifica, algún bicho. Y plácidamente, su ferocidad lo mantiene quieto.
A veces se escucha que otros gatos pelean en las chapas. Estrépito. El gato apenas hace un gesto con el cuerpo.
Uno de los gatos del techo cae al patio. En su caída golpea la maceta y el gato (el que mira al helecho) se ve interrumpido, aunque no se mueve. El gato que se cayó está herido en la cabeza y el abdomen. Destripado. No sé si está muerto.
El gato (vivo) se acerca y lo huele. Sus movimientos son delicados, tan lentos y precisos que, si el gato pensara, se vería a el mismo como un salvaje. Con una garra abre la herida del gato (muerto y sagrado) y mete su cabeza, manchándose el hocico, y saca una tira rosa que podría ser el intestino. Llevándolo en la boca se sienta en el mismo lugar (frente al helecho) y come. Si el gato pensara, estaría contento de la circunstancia. Estaría maravillado. El sol descansa en el de una manera maravillosa. La siesta es ideal, porque no hay tiempo. Y tiene comida. Y el helecho que tiembla.
Otro gato salta del techo. Un solo rasguño en el ojo. Busca su ración. No en el gato muerto, sino en el vivo, en su deleite. Tironea con los dientes, lo intenta. Pero aquí el gato del helecho se eriza por completo y lo muerde.
Los gatos están trenzados, se rasguñan la cara y se separan y se rasguñan de nuevo. En poco más que un minuto el primer gato muere. La tripa rosa quedó olvidada, lejos. El gato ganador se acerca al gato muerto y se lleva algo gomoso oscuro que podría ser la vesícula.
En su lento caminar de gato escoge el lugar. Si el gato pensara diríamos que lo escoge. Pero como no piensa más que escoger, repite. Se sienta al frente del helecho, sin mirarlo y come.

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