lunes, 21 de junio de 2010

2- EN EL QUE UNO DE LOS GATOS PIENSA

Ninguno de los días de ese verano fue especial. El sol se había extendido en el tiempo, y todo tenía siempre la misma cantidad de luz, la misma temperatura y pureza del aire. Lo que más cambiaba los días, si había algo con lo que diferenciarlos, era lo último que dije. La pureza del aire. A veces un aumento de vapor, mínimo y hostil, me obligaba a elegir un nuevo lugar en la terraza. Pero si no, nada. Tiempo, sostenido por el sol y por la sangre. Me encontré un día absorto en mis pensamientos, nunca supe hace cuánto estaba así.
Mis bigotes son largos y finos, el sol les da un brillo blanco y filoso. Medio espiando la luz irradia en mi costado, me encandila. Yo sé que es mi propio bigote, pero me pongo incómodo. Como si tuviera el espíritu (mi espíritu)al lado y encima que NO SALE DE MI BOCA.
Acá todos los días morían gatos. Es imposible que diga esto, no tengo conciencia de la muerte. Pero recuerdo que las sombras que modificaban el paisaje, eran sombras de gatos, y que caían tan rápido que el aire modificaba apenas el espesor de su violencia, y cuando estaban esparcidos en el piso (fue tan rápido la caída que decir medio segundo no es preciso) la sangre roja y caliente llenaba las cosas, todo eterno, radiante, igual a sí mismo.

INOCENTE

1-EN EL QUE LOS GATOS NO PIENSAN

El gato reposa en el sol. Sedado. Mira con atención al helecho que cuelga al frente. Es posible que lo que lo tiene atento (atento y sedado, es una sola palabra aunque no la encuentro) es el leve movimiento (titilar) de las hojas, el leve temblor.
No sabemos qué piensa pero creo que disfruta de mirarlo. A veces la vibración se intensifica, algún bicho. Y plácidamente, su ferocidad lo mantiene quieto.
A veces se escucha que otros gatos pelean en las chapas. Estrépito. El gato apenas hace un gesto con el cuerpo.
Uno de los gatos del techo cae al patio. En su caída golpea la maceta y el gato (el que mira al helecho) se ve interrumpido, aunque no se mueve. El gato que se cayó está herido en la cabeza y el abdomen. Destripado. No sé si está muerto.
El gato (vivo) se acerca y lo huele. Sus movimientos son delicados, tan lentos y precisos que, si el gato pensara, se vería a el mismo como un salvaje. Con una garra abre la herida del gato (muerto y sagrado) y mete su cabeza, manchándose el hocico, y saca una tira rosa que podría ser el intestino. Llevándolo en la boca se sienta en el mismo lugar (frente al helecho) y come. Si el gato pensara, estaría contento de la circunstancia. Estaría maravillado. El sol descansa en el de una manera maravillosa. La siesta es ideal, porque no hay tiempo. Y tiene comida. Y el helecho que tiembla.
Otro gato salta del techo. Un solo rasguño en el ojo. Busca su ración. No en el gato muerto, sino en el vivo, en su deleite. Tironea con los dientes, lo intenta. Pero aquí el gato del helecho se eriza por completo y lo muerde.
Los gatos están trenzados, se rasguñan la cara y se separan y se rasguñan de nuevo. En poco más que un minuto el primer gato muere. La tripa rosa quedó olvidada, lejos. El gato ganador se acerca al gato muerto y se lleva algo gomoso oscuro que podría ser la vesícula.
En su lento caminar de gato escoge el lugar. Si el gato pensara diríamos que lo escoge. Pero como no piensa más que escoger, repite. Se sienta al frente del helecho, sin mirarlo y come.

domingo, 20 de junio de 2010

El marciano y el caballo

punto numero uno: en esta tierra planeta tierra hay caballos humanos. Nunca algo más hermoso, en esta tierra. Marciano encontró un caballo humano, en medio de su infancia. Recordó:
La terminal vieja, adoquines, la mano del padre,
Una niña quizas de cuatro años caminaba con su padre por la
terminal vieja. El le enseñaba inglés. One Two One two, y los dos iban de la mano. La niña nunca más pudo amar. La mano que dio su padre. Pero no quiero hablar de felicidad porque

Marciano, ahí, entretenido
marioneta, plastilina,
El mejor momento de marciano es cuando juega
el tiempo que dedica
me impresiona

y después de todo esto a ver. Volvemos al relato? Marciano se despierta, intenta recordar lo último soñado: lo acribillan en el patio y su sangre es gelatina. Café. Marciano sale a caminar por Tucumán. La calle muestra ardillas y formas de una fábula. Cómo escribo esto. Pará. Lo pasean. Un demonio con voz lo pasea por rayos de rayos equis. Marciano va en un dirigible y SUFRE. Piensa que existen los seres perversos, y que este paseo no es piola. Sabe. Marciano re sabe. Pero tampoco tiene tanta voluntad.
Juntar voluntad, mucha voluntad para decir que no. Y acá viene la historia del caballo. Marciano se enamora. Caballito. Pero ahí fue que el amor perdió sentido, dice marciano. marciano pregunta: Es posible que todo lo que le de sea un acto tan terriblemente intimo, tan lejos, que de verdad nunca tuve el valor de regalarlo?

caballo. lo ve galopar con sus ponis., pequeño poni. no sé. se perdió cualquier rumbo. Pero el camino. Caballito. Marciano. Marciano y su caballo. Por la playa, en el desierto. La última huella de mi existencia son los ojos. Que te miran.